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Poema gatito |
Esta historia que os voy a contar, ocurrió realmente esta Navidad y la vivimos toda mi familia.
Os la cuento tal y como sucedió. Es triste, pero a la vez hermosa.
Recita Jorge del Nozal
El
gatito que llegó y se fue por Navidad
Le
puso de nombre, Chispita, era un gato callejero con el pelo color miel
salpicado con tonos ocres y rojizos formando rayas paralelas al eje central de
su pequeña cabeza. Calculo que llegó a este mundo, no hace más de tres meses,
medía unos veinte centímetros y pesaba menos que el aire caliente.
Apareció
por los alrededores de mi casa hace cincodías. Mi mujer es amante de los
animales, y siempre ofrece comida a todo bicho viviente que se acerca por
nuestra casa. Por ello, desde hace unos meses, viven entre unas tablas apiladas
al pie de un árbol cercano., cuatro gatitos, su madre y su posible padre.
Aunque por aquí hace mucho frío, ellos se
juntan alrededor de su madre y guardan el calor. Un día apareció Chispita, su
madre había muerto o lo había abandonado. Estaba sucio, escuálido, hambriento. Mientras
mi mujer echaba de comer a la familia de
gatitos, escucho un maullido lánguido que provenía de debajo de la furgoneta que
yo uso para mi trabajo. Se agachó y vio a un gatito con unos ojos grandes y
tristes que clamaba comida, calor y cariño. Asun se acercó lentamente para no
asustarle y le ofreció un poco de pienso, pero Chispita pegó un
salto y desapareció, de momento el miedo podía más que el hambre. Estuvo
buscándole toda la tarde sin éxito, pero a las nueve de la noche, volvió a
salir para dar de comer a la familia de gatos y se lo encontró maullando a la
puerta de la casa. Ahora, su hambre apretaba más que el miedo, no se movía,
solo miraba.
Mi
mujer entró en la cocina, calentó un poco de leche y se la ofreció. Con un ojo
pendiente de los movimientos de su benefactora y el otro puesto en el tazón de
leche, se lo fue bebiendo sin apenas respirar. De repente empezaron a salir de
su escondrijo toda la familia de mininos
para recibir su cena y Chispita, asustado se pegó a la zapatilla de mi mujer,
erizando todo el pelo de su cuerpo y sin
apartar la vista de los pequeños felinos. Asun entró en la casa a por pienso y el gatito, muerto de
miedo y de frio, la siguió. Al ver el banquete que ofreció
a la pequeña familia, se quiso acercar para participar, pero los cuatro
gatitos, levantaron la cabeza, y abultando el
pelo de su cuerpo asustaron al
pobre Chispita que salió por patas.
Fue
una noche muy fría, la temperatura bajó hasta los cuatro grados bajo cero y mi
mujer durmió mal pensando en el pobre infeliz.
Al día
siguiente, me pidió que le hiciera una casita pequeña para protegerle del frio,
a la intemperie no aguantaría otra noche, era demasiado pequeño...
Le
preparé una caja de poliespan con una pequeña abertura para entrar y salir. Esa
noche iba a dormir caliente.
Pero a la mañana del día siguiente encontramos
la caja destrozada, posiblemente por unos perros que tenemos en la vecindad.
Mi
mujer al levantarse y ver el destrozo, rompió a llorar, no encontraba a Chispita,
y maldecía a los perros “seguro que le han matado” , repetía.
Pero todavía no había llegado su hora. Al
cerrar la puerta le pareció escuchar un
leve maullido que provenía de la furgoneta, se agacho pero no le veía. Entonces
fue a buscarme para contarme lo ocurrido y me pidió que levantara el capo del
motor para ver si se había escondido allí; no sería la primera vez que
encontrábamos un gato encima del motor buscando calor. Levanté la tapa, y le
encontramos. Estaba acurrucado y muerto de frio encima de la batería.
Nos
acercamos con cuidado, lo envolvimos en unos trapos y lo colocamos al lado de
la estufa de carbón. Cada vez estaba más débil.
Unos
minutos después, llego nuestra hija, teníamos programado un viaje y vino para
acercarnos con el coche a la estación. Le contamos la historia y nos increpó diciendo
-¿ pero qué vais a hacer con el
gato, no lo dejareis en la calle?
-no lo
podemos dejar en casa, sabes que tu hermano tiene alergia a su pelo.
Con un gesto de agobio y confusión nos cortó.
- Bueno
vamos que se hace tarde, ya pensaré algo.
A la
noche y ya ubicados en el hotel, después del viaje, recibimos un mensaje de
nuestro hijo con una foto en la que se veía a Chispita envuelto en una tela
vieja en el sofá de nuestra sala. Había olvidado su alergia y lo estaba
cuidando, este gatito nos había ganado a toda la familia. Una lágrima de
emoción corrió por la mejilla de mi mujer cuando miró la foto.
Mi hija ya en su casa, recibió el mismo mensaje.
Ella sabía que el gatito no se podía
quedar con su hermano. Tarde o temprano, aparecería la alergia.
Sin
pensárselo dos veces, se cambió de ropa, cogió las llaves del coche y fue a
recoger al minino. Ella lo cuidaría.
Todo
esto sucedía, mientras nosotros, lejos de ellos, intentábamos olvidar un poco
la suerte de Chispita. Pero mi mujer, sin poder quitárselo de la cabeza, cogió
el teléfono y llamó a nuestro hijo para preguntarle por él.
-Se lo
ha llevado Sandra, yo le he dicho que no se podía hacer nada, que era muy
pequeño, estaba muy débil y que no sobreviviría, pero se ha empeñado y se lo ha
llevado a su casa, “yo voy a intentar salvarlo”, repetía.
Enseguida
mi mujer la llamó para ver cómo estaban el gatito y ella.
-Es una chica muy sensible, y nunca deja de
hacer todo lo que está en su mano-.
-Está
con diarrea y su quejido cada vez es más débil; en cuanto se mueve, expulsa
todo el líquido de su cuerpo; tiene un olor insoportable y ya sabéis como soy
yo para esas cosas, pero, es que me da una pena. Lo he lavado y lo he secado
con el secador, ¡esta en los huesos! ,no sé cuánto aguantara, pero no lo voy a
dejar solo, ¡ pobre animal!.
Apoyamos su postura y le dimos ánimos.
-Llévale al veterinario a ver que te dice.
- Pero
eso cuesta dinero, y estando en el paro…, igual le compro unas pastillas para
la diarrea a ver si se le corta.
-Bueno
tú no te preocupes, ya estás haciendo todo lo que puedes, un beso cariño, Dios proveerá.
Esta
conversación con nuestra hija nos dejó un poco apagados, tristes. Ahora nos
preocupaba ella, la estábamos viendo sufrir. Durante el transcurso del día, estuvimos
comunicados por teléfono.
Una de
las últimas veces que hablamos con ella, nos dijo que le estaba dando agua con una jeringa,
pero que lo expulsaba todo. Al escuchar esto, y debido a su estado, mi mujer y
yo cruzamos unas miradas que no
necesitaron palabras.
El pequeño animal, no podía más. Quería
encontrar a su madre, sentir su calor, pero se aferraba a este mundo.
-Había
encontrado una amiga-.
A las
dos de la madrugada, recibimos un mensaje, con una foto del gatito yaciendo entre sábanas blancas y
unas palabras:
“Chispita
se ha ido, pero me dejó su mensaje”.
“Lucha
por vivir, merece la pena, siempre habrá alguien que te ayude.”
Sandra,
siempre atiende y entiende los mensajes que nos envían… (no sé quién).
Jorge del
Nozal 30-12-2013