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Oleo Jorge del Nozal |
Hasta,
cuando el silencio
rompe con ironía
el espíritu del ruido,
me río a
carcajadas
construyendo
algún principio.
Formo
palabras sin nombre,
que se
burlan del destino.
Me
invento incongruencias,
para
aplacar al mezquino.
Para que
no encuentre razón,
esa gente
que molesta
y que se
creen divinos.
Que no
son, más que
un papel de regalo,
sin
regalo ni principios.
Que
cuando alguien los abre,
solo
encuentra desperdicios.
Que la
alegría en su mundo,
no dura
ni dos segundos.
Se
alimentan de carroña
transformada
en insultos.
la
envidia es su dueña y señora,
domina su
corazón,
toda su
vida es un susto
que
amalgama con tesón
para
convertirla en gusto.
Un gusto
a hiel y amargura
que
alimenta sus delirios ,
para vivir otro día
soportando
su calvario
que sin
querer, se convierte
en su
peor adversario.