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¡viva la vida! |
Hola a todos:
Después de estas largas vacaciones involuntarias y
tras muchas horas de meditación, por fin me decido a contaros “el por qué” de mi
ausencia en la blogosfera. Y lo hago, porque relatando mi experiencia sufrida, es
posible que pueda ayudar a algunas personas que estén pasando por una situación
similar.
El viernes 3 de octubre de 2014, me dieron los
resultados de una colonoscopia y otras pruebas que me habían estado realizando:
"Adenocarcinoma de unión recto-sigma, estadio IV
con metástasis hepáticas". Eso suena muy
mal le dije a la doctora, ¡osea que tengo cáncer!
La doctora, sin inmutarse me corroboró y tradujo el diagnóstico: "Sí, es un cáncer de colon con metástasis en el
hígado, pero no se preocupe, esta es una enfermedad que hoy en día está
bastante controlada".
Nunca pensé que podríamos reaccionar tan bien,
tanto yo como mi familia. Salimos de la consulta, nos miramos y recuerdo que
les dije: “Joder con la tía, me acaba de decir que tengo cáncer como si me hubiera diagnosticado una gripe”. Bueno, tu
tranquilo, me dijo mi mujer, ya verás cómo podemos con esto. Yo estoy
convencido le dije, y yo también contestó mi hijo.
El viaje a casa (vivo a 115 km del hospital) fue
entretenido, le volví loco a mi hijo a preguntas (estudió biología) ¿Qué es un
carcinoma?, ¿por qué se produce el cáncer?, ¿Qué son los pólipos? ¿Por qué?…
Yo quería saber en qué había fallado, qué había
hecho mal, ¿por qué tenía cáncer? Tenía
que conocer al enemigo para poder vencerle. Desde ese día empecé a leer y
recopilar información sobre el cáncer.
Sentía que el mundo entero trabajaba para curarme, pues Internet fue mi
enciclopedia de cabecera y el sentido común, el filtro que utilizaba para
discernir de lo que leía. Solo me quedaba con el conocimiento limpio y con las
cosas positivas, cuando empezaba a leer algo negativo, no terminaba nunca.
Decidí confiar plenamente en los médicos para que
hicieran su trabajo, que yo haría el mío. Me acuerdo que en el quirófano el
médico me pregunto, ¿Qué tal Jorge, estas nervioso? Pues no, y usted ¿qué tal
está? yo bien, me contestó con una sonrisa. Entonces todo va bien, repliqué.
Cambié por completo mi alimentación, me quité
todos los vicios y comencé una vida nueva. Empecé a comer casi todos los días, ensaladas con todo
tipo de semillas: mijo, amaranto, quínoa, chía, etc. .
Suprimí todas las grasas insaludables. Como proteínas, comía pollo, pavo y pescado azul y reduje casi el 90%
la sal y el azúcar.
Me dieron tres ciclos de quimioterapia antes de la
cirugía, que me sentaron fatal. Me producían gastritis con fuertes diarreas,
enteritis, nauseas etc. Bueno, las tres veces tuvieron que suspender el
tratamiento de pastillas (duraba 15 días y sólo pudieron darme 7).
Me operaron primero del hígado y al mes, me
operaron del colon. En la mesa de operaciones, el cirujano tuvo que llamar al
radiólogo para corroborar la localización y el tamaño del tumor, pues lo que él
estaba viendo, era mucho más pequeño que lo que le habían puesto en el informe.
Sí, efectivamente, ese era el tumor, que se había reducido cerca de un 80%. Yo
estoy convencido que mi trabajo dio resultados. Intenté decírselo a los
oncólogos pero no quisieron escucharme, ellos también estaban convencidos que
la poca quimio que me habían dado, fue muy efectiva.
Al mes y medio de la operación, optaron por darme
otros cinco ciclos de quimioterapia para completar los ocho que indica el
protocolo.
El cuarto ciclo pudieron administrármelo completo,
pues mi cuerpo lo aguanto bastante bien. Yo ya pensaba que los cuatro
tratamientos que me quedaban los podría soportar medianamente bien, pero el
quinto ciclo casi acaba conmigo, tuve una fuerte diarrea, deshidratación dolor
de cabeza, náuseas fiebre y una infección. Me quede casi sin defensas y
tuvieron que hacerme una transfusión de sangre, porque el hierro también se
quedó muy bajo. Me pasé diez días en el hospital, y decidieron no darme más
quimioterapia debido a la toxicidad secundaria que ella me producía.
Por último y para acabar con los tratamientos, estuve
un mes y medio recibiendo a diario radioterapia que aunque te deja un poco débil,
tiene menos efectos secundarios.
Ahora ya no tienen que darme más tratamientos, ni medicamentos,
yo soy el encargado de mi recuperación y de que el tumor no vuelva a
reproducirse, y me he dado cuenta que unas de las cosas más importantes para
esto, son: tener una actitud siempre positiva y sonreír, preocuparte de vivir la vida
con cabeza e intentar hacer todos los días por lo menos una cosa que te guste.
Todo esto, libera endorfinas, serotonina y otros analgésicos naturales y sobre todo, hacen feliz al cerebro que es el encargado de mantener la salud en nuestro cuerpo.
Si
me atrevo a deciros todo esto, es porque ésta ha sido mi actitud y mi experiencia durante este último
año. Hay una frase muy bonita que me dijo mi hija un día que la pregunte que si
estaba preocupada por mi, me contestó “no papa, porque tú nos transmites paz”,
fue la mejor respuesta que podría escuchar y todavía me dio más fuerzas para
seguir luchando.Y también, me he dado cuenta de cuanta gente me quiere,al ver la reacción de sincera alegría que tenían al verme por la calle -cuando me encontraba en condiciones de salir- y al preguntarme que como me encontraba y yo les respondía que bien,su cara siempre se iluminaba con una sonrisa y un "me alegro mucho, ¡¡ánimo!!", yo les contestaba -a mi darme besos y abrazos, que el animo me sobra. Bueno, pues esto es todo, ojala estas pocas palabras sirvan para ayudar a alguien a superar los baches del camino de la vida. Por lo menos esa ha sido mi intención.
A
continuación, para la gente que esté
interesada, os pongo un enlace con los alimentos que han predominado en mi
dieta y alguna cosilla más.